"Feliz año nuevo". "Próspero 2015". "Mis mejores deseos para tus próximos 365 días".
Resuenan con alegría frases arquetipo como estas en las próximas horas, ¿no es así? Todo el mundo quiere para todo el mundo lo mejor de lo mejor. Pero luego llega el año nuevo, llega de verdad. Y esos deseos y buenas intenciones se diluyen en el aire antes que una quedada de porretas menores de edad en casa de un familiar.
Lo apropiado sería desearle un buen año a la gente a lo largo del mismo. Durante el primer día (y durante el segundo y el tercero, si se me apura) nos sobra energía y optimismo. Pero entonces es cuando se presenta ante nosotros el verdadero reto: el de conseguir que el presente año no haga aguas, que no sume más despropósitos que logros. Claro que, en ese momento, ya nadie nos dice "quiero todo lo mejor para ti" o "confío en que conseguirás cualquier cosa que te propongas". Y, de ese modo, estas frases arquetipo se transforman en lo que realmente son: slogans banales e impersonales.
Resuenan con alegría frases arquetipo como estas en las próximas horas, ¿no es así? Todo el mundo quiere para todo el mundo lo mejor de lo mejor. Pero luego llega el año nuevo, llega de verdad. Y esos deseos y buenas intenciones se diluyen en el aire antes que una quedada de porretas menores de edad en casa de un familiar.
Lo apropiado sería desearle un buen año a la gente a lo largo del mismo. Durante el primer día (y durante el segundo y el tercero, si se me apura) nos sobra energía y optimismo. Pero entonces es cuando se presenta ante nosotros el verdadero reto: el de conseguir que el presente año no haga aguas, que no sume más despropósitos que logros. Claro que, en ese momento, ya nadie nos dice "quiero todo lo mejor para ti" o "confío en que conseguirás cualquier cosa que te propongas". Y, de ese modo, estas frases arquetipo se transforman en lo que realmente son: slogans banales e impersonales.