Señores, señoras: aborrezco la tecnología

3:13


Me hago cargo de lo poco convincente e incluso hipócrita que pueden resultar el título y las pretensiones de esta entrada, teniendo en cuenta que el medio a través del que escribo es un blog; sí, un espacio cibernético en el cual las letras aparecen al aporrear el teclado de un aparato electrónico. Pero lo hago porque no me queda otra alternativa (alguna queda, pero mis padres decidieron no bautizarme como Juana de Arco). Lo hago por instinto de supervivencia, no en vano Darwin se tomó la molestia de hablar sobre todo ello. Pero no hay mentira en mis palabras: aborrezco la tecnología.

Y bastante, además. Tampoco significa esto que la odie por completo. Simplemente, desprecio y repruebo la importancia que la(s) sociedad(es) ha(n) decidido brindarle para hacer de nuestras vidas lo que, para mí, es un enmascarado y tremendo error. Que sí, que sé que estamos abocados a la evolución. Que la tecnología ofrece un sinfín de oportunidades, que ha mejorado en infinidad de aspectos nuestro nivel de vida, que bla bla bla...

Mirad, para ensalzarla ya sobran millones de personas, así que me ahorraré con gusto esa parte. Llevo tiempo pensando que he nacido en la época equivocada, así que asumo mi culpa si es que tengo alguna y si eso os hace sentir más cómodos a aquellos que lleváis siempre un papel a mano con la retahíla de ventajas que los nuevos medios nos ofrecen. Yo soy quien se ha equivocado al asomar la cabeza, y luego el resto del cuerpo, por entre las pudendas partes de mi santa madre. Que, ahora que sale mencionada, estoy seguro de que aborrece también un poquito lo tecnológico, a pesar de que no le dé la importancia que yo sí le imprimo al asunto. Porque hay una diferencia a tener en cuenta. Para quienes pertenecemos a una generación joven, la tecnología es una obligación. Es una nueva ley inquebrantable, es un credo de forzosa aceptación, es uno de los dos principios básicos y universales que existen hoy en día. Para aquellos que se han hartado de buscar el elixir de la eterna juventud, la tecnología no supone tantos quebraderos de cabeza. Asentados, por lo general, en un trabajo desde hace años, su posición y trayectoria ha sido meridianamente respetada (hay casos, por desgracia, en los que no).

Pero, para un joven, conocer internet como la palma de su mano y entenderlo como la pubertad de un chico feo entiende a la palma de esa mano, son conceptos esenciales. Si un recién licenciado (graduado, perdón) se pone a buscar trabajo, más le vale tener bien aprehendidos los códigos HTML, javascript y ser un doctor en posicionamiento SEO y SEM. Da igual, por supuesto, que ese grado recién adquirido haya sido en el campo de las ciencias, de las humanidades, o de Cristo Santo. Porque está claro que un jurista, un enfermero o un veterinario necesitan tener unas nociones imprescindibles sobre marketing digital. Ojo, no perdáis de vista la palabra digital, que es lo importante del asunto. Marketing no es más que el acompañante. Lo fundamental es que todo lo que estudiemos (a mayores de lo que ya hemos estudiado, claro) lleve como scort términos como 2.0, 3.0, digital, web, SEO, SEM, e-commerce. Y ya si te vales del social media, quienes reciban tu currículum tendrán que estrujar calzoncillo o bragas en el momento. El mundo necesita community managers, nada más.

La triste y aterradora realidad nos acecha

Porque da igual cuál es tu formación, cuáles tus objetivos, tus intereses, tus motivaciones. Tú a dominar internet y sacarte cursos chorra sin rechistar. Déjate la pasta que igual no te has dejado ya en una carrera y en un Máster para especializarte. Porque antes solo era lo del Master. Ahora hay que complementarlo con algo dos punto cero. Para el año, con algo tres punto cero. Y en un lustro, será con una gilipollez supina punto cero. Por ir aclarando términos.

Pues permítaseme decir que, yo, no soy bueno para los conceptos y procesos tecnológicos. Pero lo importante no es eso, sino que no quiero serlo. No he nacido con ese instinto que sí veo en otras personas de mi edad, y sobre todo en otras más jóvenes que durante su comunión tecleaban ya en su propio aparato móvil mientras el cura les ofrecía la hostia equivocada. A mí me cuesta entender los procesos de un servidor web, me cuesta comprender por qué las interfaces funcionan de tal manera o de tal otra, por qué unos códigos sirven para esto y otros para esto otro... Y no se trata de que reniegue de ellos sin más. No me puedo permitir hacer eso si algún día quiero trabajar; ya no solo eso, sino que se me tenga en mínima consideración dentro de la suciedad sociedad.

¿Y queréis que os diga por qué no me apetece ser bueno en esto, ser un individuo 2.0 de manual? Pues porque en los intentos por mejorar y tratar de entender las cosas, cada explicación me provoca una ligera arcada desconocida hasta entonces. "Las start-up funcionan como un modelo de negocio similar al tradicional, pero hay que recordar que nunca vemos al cliente, al contrario que en el modelo de siempre". Maravillosas palabras de un pseudo-profesor de marketing. Porque, efectivamente, en los negocios de ahora, negocios online, lo que tienes que hacer es currarte un diseño que actúe a modo de engañabobos para generar dinero. ¿El cliente? Es algo o alguien que compra. ¿Que quién es? Eso qué carajo importa, que pague y punto; yo no necesito verle el jeto a nadie. Esa es la idea, que marida con las redes sociales. Oh, sí , vamos a estar en contacto a cada minuto. Pero en línea. Para qué quedar en persona para tomar algo, si total apenas nos vamos a mirar o a dedicar atención, absortos en nuestro smartphone, tablet o aparato de marras... NO PARÉIS DE TECLEAR.

Imágenes extraídas de mi archivo personal

Yo prefiero las cosas sencillas, no me da vergüenza decirlo. Pero en este tema no se trata de eso, no es posible reducirlo a algo así. Se trata de que a mí no me gusta que prescindir de cuenta en toda red social existente implique estar descolgado del mundo (desconectado es más acertado, lo sé). Cuando yo estudié Periodismo, se me formó (ja, ja, ja) para escribir mediante ordenador, pero para medios impresos. No para dar rienda suelta al caos y la anarquía existente en la red. Y así como hablo de periodismo, lo aplico a mil y una cosas más. De la vida puramente cotidiana incluso. Me parece bien que haya gente que se especialice en tecnología, que esa sea su formación. Los necesitamos. Pero, ¿se les piden a ellos conocimientos sobre física y química, conocimientos teóricos y prácticos sobre el teatro, saber tocar con la flauta en clave de sol y de fa sostenido? No, ¿verdad? Entonces por qué se nos va a exigir a quienes nos hemos especializado en otros terrenos titulaciones y experiencia en lo online y lo dos punto maldito cero. Creo que hasta los intelectuales de la intranet estarán de acuerdo en esto. O deberían. 

Y, para despedirme, no quiero quedarme con las ganas de deciros algo. Internet se nos queda grande. Mucho, pero mucho. Sufrimos ejemplos de ello a diario, pero estamos tan acostumbrados ya a sobrellevarlos que actuamos como con la política actual. Recibimos y nos damos palos a nosotros mismos, pero es lo que todo el mundo hace... así que no podemos ir a contracorriente. No vaya a ser. Y luego pasa esto, luego pasa esto otro... Pero ya es tarde, ya forma parte de nuestra nueva mentalidad, de nuestra nueva manera de ser. Hasta que lo paguemos a lo bestia. Porque me huelo que eso pasará, y seguramente yo habré hecho poco o nada por evitarlo. Aunque me quedaré muy a gusto diciendo: yo ya lo avisé. Que como ser humano que soy, me aferro a gilipolleces y tópicos varios. Tradicionales, por supuesto.

 







You Might Also Like

3 comentarios

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Suscríbete, comparte, opina.