La chica danesa, David Ebershoff
Traducción
de Jesús Pardo. Barcelona, 2015. Anagrama. 350 páginas. 18,90 €. Libro
electrónico: 9,99 €.
Pocas veces tras un título
tan manso se esconde una historia que, también amable en su voz narrativa,
encierra una carga similar de pena y adversidades. Una historia ficticia basada
en unos hechos muy reales, tan reales que comparten demasiadas características
con la realidad de nuestros días. La
chica danesa es la historia de Lili Elbe, el primer transexual que se
sometió a una operación de cambio de sexo. Pero es también la historia de Einar
Wagener, el hombre que poco a poco se fue consumiendo ante la presencia de su
otro yo; es, a su vez, la historia de Greta Waud, de su hermano Carlisle, del
barón Hans. Es muchas historias en una, que giran en torno a un único centro
gravitacional. Lili.
Nació y fue bautizado como
Einar, pero siempre hubo algo que lo hizo sentirse distinto. No un distinto a modo de personalidad o carácter
exóticos, sino referido más bien a una sensibilidad que no correspondía a un crío, a un adolescente y, finalmente, a
un adulto como él. El autor de la novela, David Ebershoff, se vale de saltos
temporales para explicar y desarrollar la historia del personaje personal, que
comienza siendo Einar y termina convertido en Lili. Pero, a pesar de que se nos
advierte de que esta última siempre ha estado presente en la vida de Einar,
todo lo sentimos como si estuviésemos ante una metamorfosis, una compleja
transformación. Lo es, a fin de cuentas, ya que quedan retratadas las
dificultades por las que puede pasar una persona que, en realidad, es dos. Dos
personalidades encerradas en un solo cuerpo. Y no solo eso, sino que la que tiene
vetada su salida a la luz es aquella que puja con mayor intensidad por la vida.